SOY PROFESOR UNIVERSITARIO
Y como tal no soy superior como tampoco inferior a nadie. Sobre esta condición pesan grandes presiones éticas, morales, profesionales y compromisos, más allá de mis criterios personales, más allá del deber de impartir docencia.
Al decidir ser profesor universitario consciente estaba de esperar una vida modesta. Sabía que no me iba a enriquecer, como tampoco a empobrecer. Y como tal, por tanto, haría votos de modestia, pero no de pobreza.
Soy profesor universitario. No soy “trabajador universitario”. Sencillamente, porque eso no existe. Existen profesionales, empleados y obreros que trabajan en las universidades, se agrupan en gremios y sindicatos, reconocidos en leyes y convenciones colectivas específicas.
Lo de “trabajador universitario” lo inventaron recientemente, en un documento que llaman “convención colectiva única”, desconociendo la condición de profesor universitario, claramente establecida en el artículo 109 de la Constitución Nacional y con la negación de facto de nuestra Acta Convenio que nos ampara. Acta Convenio que es nuestro patrimonio, que es una verdadera obra de ingeniería social. Hoy ha sido violada por la ideología y el proyecto político del régimen que gobierna Venezuela, con los resultados económicos, políticos, sociales y culturales que padecemos como tragedia los venezolanos.
Los sindicatos universitarios podrán pedirles a sus afiliados que regresen al trabajo, a servir a la “revolución”, como dicen en voz baja y a no dejarse influenciar por los profesores “de la derecha”, como dicen públicamente. Tras firmar la vergonzosa tabla salarial, acordada con el gobierno, convidarán a que se incorporen empleados y obreros. Estarán abiertas las oficinas, sí. Pero no las universidades.
Porque sin profesores universitarios no hay docencia, ni investigación ni extensión universitaria. Por supuesto, que los empleados y obreros son imprescindibles. Tanto que hace posible empresas, organizaciones y el Estado mismo. Muchos profesores universitarios estamos de acuerdo con que se les involucre en la toma de decisiones para el funcionamiento óptimo del recinto y la administración universitaria.
Pero, sin profesores universitarios no hay universidades, como tampoco sin estudiantes.
Sabemos que, para el régimen de facto instalado en Venezuela, los profesores universitarios somos un estorbo y enemigos de su proyecto totalitario. Por ello, quiere negarnos como tales, por eso quiere que aceptemos dejar de ser profesores universitarios, que pasemos a ser “trabajadores”.
Es obvio que al régimen de facto no les importa la calidad de la educación universitaria. Prefiere importar todos los bienes, servicios y tecnologías, en vez de promover que los produzca el país y su gente.
Pretenden que las universidades sean “socialistas”, “revolucionarias”, es decir, sumisas, ideológicas, obedientes, que deben repetir el credo oficial, hacer culto a sus funcionarios, callar, marchar, aplaudir en actos oficiales en cadena nacional.
Para el régimen, en las universidades del gobierno no hay profesores universitarios. Sus profesores universitarios lo son en la clandestinidad, en voz baja, cuidándose de los patriotas cooperantes, prestos a denunciar “desviaciones de derecha” y potenciales conspiraciones, como aspirar autonomía universitaria.
Soy, y sigo siendo, un profesor universitario. Repito, ello no me hace superior ni inferior a nadie. Lo soy porque es mi vocación, es mi opción de vida. No me concibo de otro modo.
Y no dejaré de serlo por más que decreten “estados de excepción” o que intervengan militarmente, que es lo que les falta para completar su plan intervencionista y destructivo de las universidades autónomas.
No dejaré de serlo por más que me amenacen por los pasillos los grupos “revolucionarios”, muy violentos y apoyados, ni porque funcionarios del gobierno, disfrazados de “trabajadores universitarios”, intenten suplantarme.
Porque ser profesor universitario no es una nómina, un sueldo, un contrato colectivo, sino una concepción creativa del mundo y de la vida, que trasciende épocas, regímenes, ignominias y credos baratos.
Con mucho orgullo, me ratifico… soy profesor universitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.